hermosa caligrafía, A la enseñanza primaria agregó la de dibujo y francés, no llegando á la de solfeo ó canto, pues éste se oía á todas horas en desconcierto, que por oleadas entraba á interrumpir el silencio de la clase, gangolina infernal de chinas y gringuería en el mercado contiguo que parecía merienda de negros.
En el mismo solar se había abierto en 1792, el primer Teatro de la Ranchería; desde entonces todo el barrio quedó cantando por esa «calle de los mendocinos», ó arribeños con tonada de la sierra antes de napolitanos ambulantes.
Casa vieja en la esquina de Santa Clara y Chacabuco, frente la «Botica de los Angelitos», transformados hoy en discípulos de San Crispín, sin duda, por exigir más fuerte calzado nuestras malas calzadas, que ungüentos y cataplasmas la progresiva ciudad del buen aire. Detalle de memoria infantil: una de las pocas casas de tres pisos en los tiempos de antaño, esa en que don Juan Dillón estableció su farmacia, actual zapatería, y en cuya propia calle, á pocas cuadras, elévanse actualmente catorce pisos del primer rascacielos. Oficina de Ajustes, no atinamos si para tornillos flojos, de tantos que cruzan la bajada, ó para ajustarles las cuentas á empleados en la aduana vecina, acostumbrados á que se les quemen los