Comandante Gainza, espada y revólver en mano, enderezaba á caballazos los reclutas de Zarate y don Mateo Martínez ensayaba el «2 de Oros» para sus hazañas en la guerra de cinco años.
Una hermosa carga de diez mil caballos lanzada á media rienda sobre la verde pampa pasó con alas de huracán entre torbellino de tierra: los clarines tocando a degüello, choque de vainas, retintín de espuelas, gritos y órdenes de mando, rozó el costado de los cuadros de la reserva, persiguiendo fugitivos la famosa caballería entrerriana, reguero de muertos y heridos; hombres y caballos rodaban en confuso tropel.
Múltiples episodios de valor descollaron en uno y otro ejército, como antes y después se repitieron en toda ocasión por soldados argentinos.
Pero algo más que dos ó tres cargas á fondo fué aquello, si el éxito se valoriza por sus resultados, y Pavón hizo época, como observamos, punto de arranque de luminosas proyecciones que aclararon el camino.
Desde aquella hora histórica, la República toda, una é indivisible bajo el imperio de la más