Septiembre, sino las del trabajo. Pluguiera á Dios encontráranse todos los campos estrechados por la agricultura, impropios é inconvenientes para desplegar iras y furores, ambiciones y rivalidades que la civilización enfrena. Sólo cuando la razón calla, el tambor toca generala.
Por aquella hermosa portada entró un día triunfante la nacionalidad; por ella las catorce hermanas emprendieron marcha al progreso, que es la marcha triunfal que mejor hoy resuena en clarines argentinos.
Nuestra rica naturaleza, más humana, ha extendido manto de verde grana como velo de olvido sobre viejas contiendas. En el sangriento escenario donde la muerte se condensó, la vista abarca doradas mieses por todas partes. Cien molinos elevan el agua que corre fertilizando la heredad subdividida; las huellas de cañones que rodaron en doble contienda (años 1820-1861) han sido borradas por verdes taludes y altos terraplenes sobre los que rueda la locomotora del progreso. Media docena de vías férreas en todas direcciones. Doble número de Estaciones comprueban que allí donde se detiene una locomotora, alrededor de cada Estación brota un pueblo.
Finalizando con números cuya elocuencia es más convincente: uno de los resultados no menos plausibles de la acción que conmemoramos en su