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Página:Tradiciones peruanas - Tomo III (1894).pdf/242

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Tradiciones peruanas

poeta, honor al padre. Véase el principio de una de sus composiciones en honor de Carlos

II:

«Pira ardiente, nevado Monjibelo tachonado de copos y cenitellas, que á apagar subes ó á encender estrellas, llevando este girón de cielo al cielo, » Deduzcase por esta muestra lo que será el resto de la composición; pero aún es más original, si cabe, un soneto del mismo condesito D. Luis Oviedo y Herrera, y no resistimos á la tentación do copiarlo. Extrañando que no hubiese aparecido en el cielo ningún cometa precursor de la muerte del rey, dice el vate: «Basilisco boreal, peste crinita que inficionas voraz regios alientos, y en igncos caracteres macilentos traes la sentencia de su muerte escrita.

¿A qué laurel tu aspecto no marchita sus verdores con lauros cenicientos, y al verte hacer de tronos monumentos qué púrpura caduca no palpita?

¿Por qué antes de morir Carlos Segundo, no saliste á anunciar su fin preciso?

¡No osaste ser de tal rey homicida?

Fué por no anticipar la ruina al mundo, ó porque el cielo dar señal no quiso de muerte al que la dió de eterna vida? » Por supuesto, que á esta andanada de preguntas el cometa no responde oxte ni moxte, aunque muy bien pudo contestar que si no salió á pasearse por el cielo fué porque no le dió su real gana. Muchos horrores ha produeido la escuela romántica, pero los del gongorismo la aventajan.

Doña Violante de Cisneros, limeña, monja definidora en el monasterio de la Concepción y que gozaba de gran reputación como poetisa, escribió para estas exequias unos endecasílabos. Exhibamos un fragmento: «¡Oh tú, rey poderosol Tú, rey santo que adorarlo de pueblos y de nobles, aun más que superior á tus vasallos reinaste vencedor de tus pasiones.

¡Oh tú, en cuyo cadáver se encontraron, al difundirte bálsamos y olores, de que muerto viviste los indicios, y de que vives muerto las razones!