escapar por el momento y esconderse dentro de un horno; pero descubierto al día siguiente, fué fusilado por el pueblo.
El sargento Cárdenas, que mandaba la guarnición de Putumayo, creyó propicia la oportunidad para emprender campaña contra los patriotas de Chachapoyas y Cajamarca. En poco tiempo organizó una columna de ochocientos hombres, y se apoderó por pocas horas de la ciudad de Chachapoyas, después de cruda resistencia de los moradores. Socorridos éstos por dos compañías del batallón Numancia, destacadas de Cajamarca, trabóse nuevo combate en Igos—urco, quedando derrotados los realistas y muerto el sargento Cárdenas.
Después de este desastre, los moyobambinos tuvieron que gritar «¡viva la patria! Mas apenas se alejaron las tropas insurgentes, cuando estalló la reacción á la voz de «viva el rey!» El comandante Alvariño logró someterlos á la obediencia, pero al retirarse para Cajamarca, tuvo aviso de nueva revolución. Esta fué, un mes más tarde, sofocada por el comandante Egúzquiza, pero para repetirse con mayores bríos en 1824.
El gobierno dispuso entonces que el coronel D. Nicolás Arriola, al mando de seiscientos veteranos, fuese á someter á los belicosos moyobambinos.
Arriola so situó en Rioja, á cinco leguas de Moyobamba, y envió un parlamentario á la ciudad. Una señora de la aristocracia del lugar, doňa Eulalia Ríos, proclamó á sus paisanos excitándolos á la resistencia, é inmediatamente los vecinos, con excepción de niños y gente decrépita, corrieron á armarse. Encabezados por D. Fernando Sánchez y D. Eustaquio Babilonia, salieron á buscar al enemigo y muy resueltos á presentar batalla; pero en la marcha les cayó un tremendo chaparrón, y viéndose con las municiones mojadas se detuvieron en la Habana, esperando poder secar allí la pólvora ó renovar el parque. Mas Arriola, que permanecía en Rioja, pueblo distante tres leguas de la Habana, tuvo oportunamente aviso del contratiempo y no les dejó espacio para nada, pues á las cinco horas se les apareció con su aguerrida tropa. Los realistas mayobambinos se batieron desesperadamente; mas viéronse en breve arrollados y puestos en fuga, cayendo prisionero el cabecilla Sánchez, quien fué fusilado sin ceremonia.
Inmediatamente avanzó Arriola sobre Moyobamba; encontró la ciudad casi desierta, y sus soldados destruyeron la casa que había habitado el obispo Rangel, casa cuyo terreno forma hoy la plaza del Mercado.
Al retirarse el tremendo Arriola, el azote de los realitas en esas regiones, dejó por gobernador á D. Damián Yepes, quien después de Ayacucho fué reemplazado por el sargento mayor D. Damián Nájar, natural de Guayaquil. Si querido fué Damián primero, no tuvo menor fortuna Da-