la monja catalina que lean su vida, escrita por el agustino Alonso Cabrera, ú el libro de D. Ventura—Travada.
La madre Monteagudo murió en edad muy avanzada el 10 de enero de 1686.
Según el deán Valdivia, en sus Apuntes históricos sobre Arequipa, se envió á Roma expediente canónico para la beatificación de la monja catalina; pero so fué á pique el buque que conducía el protocolo, y Arequipa se quedó sin santa.
En 1890 los arequipeños han vuelto á promover el expediente. Prouto tendrán santa en casa
NO JUEGUES CON PÓLVORA
I
Hembra de filimiquichupisti y de una boquita de beso comprimido era por los años de 1679 Carmencita Domínguez. No la había más gallarda en Arequipa, que es tierra de buenas mozas.
Dicho se está con esto que tenía una lista de enamorados tan surtida y abundante como el escalafón; y agregaré, para honra de la muchacha, que era de las que prometen y no cumplen.
Entre los que bebían por ella los vientos estaba Pacorro, mancebo andaluz, que ostentaba más garbo que vergiienza y que no admitía maestro para cantar unas seguidillas al compás de una guitarra.
Lo menos que la dijo en una sercuata fué: « La hermosura de los cielos egando Dios la repartió, no estarías tú muy lejos cuando tanta te tocó. » A Carmencita no debió parecerle que el chico ora para calabaceado de sopetón; porque cuando el la dijo que venía con buen fin y decidido á hacer las cosas como lo manda la Iglesia, ella le contestó que, aunque tantas letras hay en un sé como en un no, la manera do acertar era consultar la cosa con fray Tiburcio su confesor.
Este se echó á tomar lenguas y sacó en limpio que Pacorro era un tarambana, sin ass bienes raíces que los pelos de la cara, holgazán por