Sea. ¿Y el resto? Dime hasta el fin lo que tengo que hacer.
Tienes que derramar las libaciones, vuelto hacia los primeros resplandores del alba.
¿Las he de derramar con las copas que me has dicho?
Derrama primeramente tres libaciones, después esparcirás entera la última crátera.
¿De qué llenaré esa última crátera? Enséñamelo.
De agua melada, y no añadas á ella vino.
¿Y cuando esta tierra negra de hojas haya recibido esas libaciones?
Depositarás con una y otra mano tres veces nueve ramos de olivo y suplicarás con estas oraciones.
Quiero oirlas, porque eso es muy importante.
Suplica á Aquellas que nosotros llamamos Euménidasque acojan y salven, con espíritu benévolo, á quien les suplica. ¡Ora tú mismo, ó si algún otro habla por ti, que sea en voz baja! Después, vete sin mirar. Si obras de este modo, me quedaré sin miedo cerca de ti; si no, temeré, ¡oh extranjero! aproximarme.
¡Oh hijas! ¿habéis oído á estos extranjeros, habitantes del país?