Espera mejor ahora. Veo venir á un hombre adornado con una corona como un portador de buenas nuevas.
Ama Deyanira, yo seré el primer mensajero que te libre de inquietud. Sabe que el hijo de Alcmena, vivo y victorioso, trae del combate las primicias de la victoria para los Dioses de esta tierra.
¿Qué es esto? ¿Qué me dices, anciano?
Que el esposo llamado por tantos votos va á volver á su morada, llevando las señales de la victoria.
¿Has oído lo que anuncias á un ciudadano ó á un extranjero?
En un pasto de bueyes, el heraldo Licas lo refería á la multitud. En cuanto lo hube oído, eché á correr á fin de ser el primero en anunciártelo y merecer una recompensa.
¿Y por qué el mismo Licas no está aquí, puesto que todo es para el mayor bien?
Es que se le obstruye el camino, mujer. Todo el pueblo melio le rodea y le oprime, y no puede pasar adelante. Cada uno, queriendo saberlo todo, no le dejará escapar fácilmente antes de haberlo todo oído. Así es que cede á sus deseos á pesar de su voluntad; pero bien pronto le verás á él mismo.
¡Oh Zeus, que habitas la no segada pradera del Eta! Tú nos has dado esta alegría, aunque tardíamente. Elevad la