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Página:Tragedias de Sófocles - Leconte de Lisle (Tomo I).djvu/145

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Edipo en Colono

Pero estoy seguro al menos de que nos ultrajas con exceso, á ella y á mí, á mí que la desposé contra mi voluntad y que hablo de ello lo mismo. Jamás seré tenido por impío á causa de esas nupcias, ni á causa de la muerte paterna, que me reprochas perpetua y amargamente. En efecto, respóndeme una sola palabra: si alguien, sobreviniendo de pronto, quisiera matarte, tú, el hombre justo, ¿tratarías de saber si era tu padre el que te quería matar, ó te vengarías en seguida? Ciertamente, creo que, si amas la vida, te vengarías de ese malvado y no te preguntarías si eso era justo. Yc me he visto precipitado en tales males por la voluntad de los Dioses, y creo que mi padre no lo negaría, si reviviera. Pero tú, que no eres equitativo y crees que todas las cosas, buenas y malas, deben decirse, me reprochas esas delante de estos hombres. Te parece glorioso alabar el nombre de Teseo y Atenas, que es regida por leyes excelentes. Sin embargo, en medio de tantas alabanzas, olvidas que esta ciudad sobresale sobre todas las que saben honrar piadosamente á los Dioses. ¡Y te esfuerzas en arrancar de ella por la astucia á un anciano suplicante y llevártele cautivo, después de haberle arrebatado sus dos hijas! Ahora, pues, yo invoco á las Diosas de este país y les suplico por mis oraciones para que sean mis sostenes y mis aliadas y sepas tú por qué hombres está guardada esta ciudad.

Este extranjero es un justo, ¡oh Rey! pero sus miserias son lamentables y dignas de ser socorridas.

Basta de palabras, porque los raptores se apresuran, y nosotros, que sufrimos el ultraje, seguimos aquí.

¿Qué mandas á un hombre sin fuerzas, para que obedezca?

Que me precedas en ese camino y seas mi acompañante, para que, si retienes á nuestras jóvenes en algún paraje, me las muestres. Si los raptores han huído, nada tenemos que hacer; otros les persiguen, y no es de temer que pasen las fronteras y den gracias á los Dioses. Marcha, pues, de-