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Página:Tragedias de Sófocles - Leconte de Lisle (Tomo I).djvu/154

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Sófocles

propio nombre y en nombre de mis compañeros que envuelven el recinto tebano con siete ejércitos que tienen otros tantos jefes. El primero es el bravo Anfiarao, excelente en la lanza y en la ciencia augural; el segundo es el etolio Tideo, hijo de Eneo; el tercero es Éteoclo, nacido de padre argivo; el cuarto es Hipomedón, á quien su padre Talao ha enviado; el quinto es Capaneo, que se gloria de destruir hasta sus cimientos, por el fuego, la ciudad de los tebanos; el sexto es Partenopeo, el arcadio, que debe su nombre á que su madre permaneció largo tiempo virgen antes de darle á luz, y es el hijo fiel de Atalante. En fin, yo, cualquiera que sea, tu hijo ó no, nacido por un destino terrible, llamado tu hijo sin embargo, llevo contra Tebas un ejército de bravos argivos. Te suplicamos, pues, humildemente, por estas hijas y por tu propia vida, padre, que renuncies á tu fatal cólera contra mí que voy á intentar vengarme de mi hermano, que me ha expulsado de la patria y que me ha despojado; porque, si se debe alguna fé á los oráculos, el Dios ha predicho la victoria á los que tú apoyes. ¡Ahora, te lo suplico, por los orígenes, por los Dioses de tu raza, cede! Si yo soy pobre y extranjero, extranjero eres tú también, y tú y yo mendigamos nuestra vida á los demás, teniendo el mismo Genio. ¡Pero él, dueño de la realeza, ¡oh desgraciado de mí! triunfa y se ríe igualmente de nosotros dos! Si tú tomas parte en mi resolución, yo le confundiré fácilmente, y en poco tiempo; y, expulsándole por la fuerza, te restableceré en tu morada y me restableceré á mí mismo. Puedo jactarme de hacer esto, si tú lo quieres; pero sin ti no puedo siquiera vivir.

En consideración al que ha enviado á este hombre, Edipo, respóndele co mo bien te parezca. Ya le despedirás después.

Hombres, si el Rey de esta tierra no me lo hubiera traído, juzgándole digno de una respuesta, ciertamente, jamás hubiese oído mi voz. Se irá, pues, habiendo oído palabras tales, que jamás regocijarán su vida. ¡Oh gran malvado! Cuando tenías el cetro y el trono que tu hermano posee ahora en Tebas, expulsaste á tu padre, le desterraste de la patria y le redujiste á cubrirse con estos vestidos que hoy contemplas con lágrimas, después que has sufrido las mismas mise-