de este hombre, puesto que habéis oído las terribles imprecaciones de mi padre, si un día deben cumplirse, si volvéis un día á la morada, os suplico por los Dioses no me dejéissin honras y dadme una tumba! Así como sois alabadasahora por los cuidados que prodigáis á este hombre, tendréis una gloria igual por el servicio que me prestéis.
Polinice, te suplico que me escuches.
¿Qué es ello? di, ¡oh queridísima Antígona!
Apresúrate á volver tu ejército á Argos; no corras á tu propia ruina y á la de la ciudad.
Eso no puede hacerse. ¿Cómo podría reunir de nuevo un ejército, si emprendo una vez la huída?
¿Es, pues, necesario ¡oh joven! que cedas de nuevo á la cólera? ¿De qué te servirá destruir tu patria?
Es vergonzoso huir, y vergonzoso para mí, el mayor,verme burlado por mi hermano.
¿No ves que las predicciones de éste corren á su fin queanuncia vuestra muerte mutua?
Lo desea, en efecto; pero es preciso que no cedamos.
¡Oh desdichada! Pero ¿quién se atreverá á seguirte cuande se conozcan los oráculos que ha pronunciado?