De tal manera, que mi corazón se ha encontrado estupe—facto de alegría.
¿Qué más podrás decir? Temo, en efecto, que hables del deseo que tengo de él antes de que sepas si tiene el mismo deseo de mí.
¡Oh vosotros que habitáis, cerca de las cálidas fuentes y de las cimas del Eta, entre las rocas, en el golfo Malíaco, la ribera de la diosa virgen adornada de flechas de oro, allí donde están las ágoras de los helenos!
La flauta de dulce sonido os dirá bien pronto, no un canto de tristeza, sino el concierto sagrado de la divina lira; porque el hijo de Zeus y de Alcmena se apresura hacia su morada, llevando los despojos debidos á su poderoso valor.
Mientras erraba á lo lejos por el mar, le hemos esperado doce meses enteros, y no sabíamos nada de él. Y su querida y desgraciada esposa, ¡ay! con el corazón lleno de angustia, languidecía, insaciable de lágrimas. Pero he aquí que, aplacado, Ares la liberta de sus días dolorosos.
¡Que llegue, que llegue! ¡Que su nave, empujada por numerosos remos, no se detenga hasta que él haya entrado en esta ciudad, habiendo abandonado la isla en que prepara sacrificios! ¡Que llegue, anhelante, y penetrado del filtropersuasivo revelado por el Centauro!
Mujeres, ¡cuánto temo haber hecho más de lo que debía hacer!
¿Qué es eso, Deyanira, hija de Eneo?