echando de menos su lanza; porque los insensatos que poseían un bien no lo estiman sino cuando lo han perdido. Es más cruel para mí que haya perecido que ello les es agradable; pero para él esto es dulce, puesto que posee lo que deseaba y ha muerto como ha querido. ¿Qué tienen, pues, ellos que reirse de él? Ha sido muerto por los Dioses, y no, ciertamente, por ellos. ¡Que Odiseo prodigue, pues, sus vanos ultrajes! En lo sucesivo, para ellos, Ayax no existe; sino que ha muerto, dejándome los dolores y las lamentaciones.
¡Desgraciado de mí!
Cállate, porque me parece oir la voz de Teucro profiriendo un clamor que llega á la altura de esta calamidad.
¡Oh queridísimo Ayax, oh querido hermano! ¿todo ha concluído, pues, para ti, como lo dice el rumor de las gentes?
El hombre ha muerto, Teucro, sábelo.
¡Ay! ¡oh infortunio terrible para mí!
Puesto que las cosas son tales...
¡Oh desdichado, desdichado de mí!
no queda mas que gemir.