¿Qué dice, oh hijo? ¿Por qué ese marinero quiere venderme dirigiéndote esas oscuras palabras?
No comprendo lo que quiere decir. Es preciso que hable en alta voz y claramente á mí, á ti y á éstos.
¡Oh hijo de Aquileo! No me hagas odioso al éjercito, haciéndome decir lo que no debería revelar. He recibido de ellos, en efecto, grandes recompensas por los servicios que les presto, tanto como puede hacerlo un hombre pobre.
Estoy irritado contra los Atreidas, y este hombre me es muy querido porque aborrece á los Atreidas. Te es preciso, pues, habiendo venido á mí con benevolencia, no ocultarme nada de lo que sabes de ellos.
Mira lo que haces, hijo.
¡Sea! Habla.
Hace mucho tiempo que lo he mirado.
Diré que sólo tú tienes la culpa.
Hablaré. Los dos hombres que he dicho, el hijo de Tideo