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Filoctetes

Te dejaré, si eres más prudente.

¡Oh tierra, recíbeme, debiendo morir, tal como estoy, porque este mal no me permite volver á levantarme!

Parece que dentro de pocos instantes va el sueño á apoderarse de él. Ved cómo se inclina su cabeza; el sudor inunda todo su cuerpo, y la vena que estalla al extremo de su pie hace brotar una sangre negra. Queridos, dejémosle gustar un sueño tranquilo.

Estrofa

¡Hipno! ¡el que no conoce ni el dolor, ni las miserias, ven á nosotros, oh Rey tranquilo, que apaciguas la vida! Haz durar la serenidad que está extendida ahora sobre sus ojos.

¡Ven, oh tú el que todo lo curas! En cuanto á ti, hijo, piensa si has de quedarte y qué me resta por hacer. Mírale. ¿Qué esperamos para obrar? La ocasión aconseja excelentemente en todas las cosas, y el que la aprovecha con prontitud obtiene una gran victoria.

Nada oye, sin duda, pero sé que en vano seremos los dueños de este arco, si partimos sin él. En efecto, el honor de la victoria le está reservado, y él es el que un dios ordena llevar. Es un vergonzoso oprobio envanecerse de una cosa imperfectamente llevada á cabo y que se debe á engaños.

Antistrofa

Hijo, un dios decidirá de eso. Lo que me respondas, dímelo en voz baja, ¡oh hijo! porque el sueño de los enfermos