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Ayax
Tecmesa
¡Ay de mí! ¡Desdichada!
¿Qué ocurre?
El coro
Veo á la cautiva Tecmesa, la mujer desventurada, que prorrumpe en gemidos.
Tecmesa
Yo perezco, yo muero; esto está concluído, amigos; nada sobrevive de mí.
El coro
Tecmesa
¡Ved á nuestro Ayax, que yace ahí, con una herida reciente, hecha por la espada, lejos de todos!
El coro
¡Ay de mí! ¡ay! Está perdido para mí el regreso. ¡Ay!
Me has matado también, ¡oh Rey! á mí, tu compañero. ¡Oh desgraciado de mí! ¡Oh mujer lamentable!
Tecmesa
Puesto que ello es así, ahora conviene lamentarse.
El coro
Pero ¿qué miserable mano ha cometido ese crimen?
Tecmesa
Su propia mano, sin duda. Esa espada fija en tierra y sobre la cual se ha precipitado lo prueba.
El coro
¡Ay de mí! ¡oh infortunio! Hete aquí todo ensangrenta-