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VI

¿Está claro?

La lucha, por dar claridad a nuestras creaciones, es otra tragedia.

Y este prólogo es otra novela. Es la novela de mis novelas, desde Paz en la Guerra y Amor y Pedagogia, y mis cuentos—que novelas son—y Niebla y Abel Sánchez—ésta acaso la más trágica de todas—, hasta las TRES NOVELAS EJEMPLARES que vas a leer, lector. Si este prólogo no te ha quitado la gana de leerlas.

¿Ves, lector, por qué las llamo ejemplares a estas novelas? ¡Y ojalá sirvan de ejemplo!

Sé que en España, hoy, el consumo de novelas lo hacen principalmente mujeres. ¡Es decir, mujeres, no!, sino señoras y señoritas. Y sé que estas señoras y señoritas se aficionan principalmente a leer aquellas novelas que les dan sus confesores o aquellas otras que se las prohiben; o sensiblerias que déstilan mangla o pornografias que chorrean pus. Y no es que huyan de lo que les haga pensar; huyen de lo que les haga conmoverse. Con conmoción que no sea la que acaba en....

¡Bueno, más vale callarlo!