VI
Y era verdad que Berta estudiaba en Raquel la manera de ganarse a su marido, y a la vez la manera de ganarse a sí misma, de ser ella, de ser mujer. Y así se dejaba absorber por la dueña de Juan, y se iba descubriendo a sí misma al través de la otra. Al fin, un día no pudo resistir, y en ocasión en que las dos, Raque y Berta, le habían mandado a su Juan a una partida de caza con los amigos, fué la esposa a ver a la viuda..
BERTA.—Le chocará verme por aqui, así, sola...
RAQUEL. No, no me choca... Y hasta esperaba su visita...
BERTA.—Esperarlar RAQUEL.—La esperaba, sí. Después de todo, algo me parece haber hecho por su esposo, por nuestro buen Juan, y acaso el matrimonio...
BERTA.—Sí, yo sé que si usted, con su amistad, no le hubiese salvado de las mujeres...
RAQUEL. —Bah! De las mujeres...
BERTA. Y he sabido apreciar también su generosidad...