Página:Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920).pdf/69

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
65
Dos madres

BERTA.— Pero ahora serás mío, sólo mio...

«¡Miol, ¡mío!—pensó Juan—. ¡Así dicen las dos!» BERTA. Tenemos que ir a verla!

DON JUAN. Ahora?

65 BERTA. Ahora, sí, ahora. ¿Por qué no?

DON JUAN. ¿A verla, o a que te vea...?

BERTA.—¡A verla que me vea! ¡A ver cómo me ve!

Y Berta hacia que su Juan la pasease, e ibase colgada de su brazo, buscando las miradas de las gentes.

Pero meses después, cuando le costaba ya moverse con soltura, ocurrió lo que Raquel había anticipado, y fué que ya su marido le estomagaba y que buscaba la soledad. Entró en el período de marcos, bascas y vómitos, y alguna vez le decía a su Juan: «¿Qué haces, hombre; qué haces ahí? Anda, vete a tomar el fresco y déjame en paz... ¡Qué lastima que no paséis estas cosas vosotros los hombres... Quítate de ahí, hombre, quítate de ahí, que me mareas... ¿No te estarás quietor No dejarás en paz esa silla...? ¡Y no, no, no me sobes!

¡Vete, vete y tarda en volver, que voy a acostarme!

Anda, vete, vete a verla y comentad mi pasión... Ya sé, ya sé que quisiste casarte con ella, y sé por qué no te quiso por marido...» DON JUAN.—Qué cosas estás diciendo, Berta...

BERTA. Pero si me lo ha dicho ella, ella misma, que al fin es una mujer, una mujer como yo...

DON JUAN. Como tú... no!

TRES NOVELAS 5