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El marqués de Lumbría

los marqueses de Lumbría, hemos de andar haciendo las osas en cortejeos y pelando la pava desde el balcón como las artesanas. ¿Para eso eran las flores?

—Que pida entrada ese joven—sentenció el padre—, y pues que por mi parte nada tengo que oponerle, todo se arreglará. ¿Y tú, Carolina?

—Yo—dijo ésta—tampoco me opongo.

Y se le hizo a Tristán entrar en la casa como pretendiente formal a la mano de Luisa. La señora tardó en enterarse de ello.

Y mientras transcurría la sesión de tresilio, la señora dormitaba en un rincón de la sala, y junto a ella Carolina y Luisa, haciendo labores de punto o de bolillos, cuchicheaban con Tristán, al cual procuraban no dejarle nunca solo con Luisa, sino siempre con las dos hermanas. En esto era vigilantísimo el padre. No le importaba, en cambio, que alguna vez recibiera a solas Carolina al que había de ser su cuñado, pues así le instruiría mejor en las tradiciones y costumbres de la casa.

***

Los contertulios tresillistas, la servidumbre de la casa y hasta los del pueblo, a quienes intrigaba el misterio de la casona, notaron que a poco de la admisión tw