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na (por ejemplo, los jueves), podría agrupar á las niñas de todas las escuelas, incluso de las laicas, dando así lugar á la constitución de un patro- nato (1).
Pero para dedicarse á esta enseñanza no bastan la buena voluntad ni lo que pudiera aprenderse en los libros. Hace falta una especial preparación, si los resultados han de ser satisfactorios. Preci- samente para proporcionar esa preparación á las que quieran dedicarse á enseñar es para lo que ha organizado Mme. Diesbach un curso normal méenager.
IV
Este curso normal fué establecido en 1902, en Paris, en el local que en el núm. 3 de la calle de la Abbaye ocupan las hermanas de San Vicente de Paúl, quienes gratuitamente lo pusieron á dis- posición de la fundadora.
Madame Diesbach adoptó el sistema belga por parecerle el más conveniente á las necesidades y exigencias del pueblo francés. El curso dura mes y medio, y las discípulas profesoras, como decía dicha aristócrata en una comunicación enviada al Congreso de Juana de Arco (2), “se reclutan en los medios más diversos, siendo la principal con- dición para ser admitida poseer una instrucción que corresponda al grado de maestra elemental, si bien se nota desde luego que las que poseen el grado superior encuentran menos dificulta- des para la comprensión y asimilación del progra-
(1) Esuna idea que el abate Lemire recomienda en su opúsculo intitulado: Que feront les religieuses?, y que en al- gunas aldeas ha comenzado á ponerse en práctica.
(2) Compte rendu du Congrés Jeanne d'Arc, pág. 131.
