128 CIENCIA Y ACCIÓN
jeres suizas, se dedicó á trabajar por la organiza- ción de las escuelas de sirvientes.
Las primeras comenzaron muy modestamente. La de Lenzburgo, cuando se abrió en 1889, no te- nía ni el mobiliario suficiente. Pero la fundadora pensaba, y con razón, que para el buen éxito de su empresa una instalación lujosa era menos ne- cesaria que un comité de personas de significa- ción.
El carácter principal de estos centros de ense- ñanza es la sencillez. Las jóvenes que á ellos con- curren á adiestrarse proceden de hogares pobres, y están destinadas el día de mañana á vivir de su trabajo: sería, por tanto, hasta imprudente ha- cerles adquir'r hábitos de confort y de lujo.
Las discípulas son internas, y deben hacer en estos establecimientos un aprendizaje de tres á seis meses; pero las directoras estiman que ese lapso de tiempo no es suficiente para proporcio- nar una instrucción sólida á las jóvenes que allí llegan de las aldeas, y aun del campo, sin civilizar apenas, sin conocimientos de ningún género, y á las cuales hay que dar necesariamente una ense- ñanza completa.
El programa de estas escuelas se compone de parte teórica y parte práctica. En la primera en- tran los estudios de economía doméstica, teoría de la alimentación y de la preparación culinaria, teneduría de libros por partida simple, é higiene. En la segunda, la cocina ordinaria, la preparación de conservas y compotas, pastelería, trabajos de aguja, lavado y planchado de la ropa, horticul- tura y jardinería; en una palabra, todos los traba- jos necesarios para el buen arreglo de una Casa.
El precio del curso varía según las localidades. En Lenzburgo es de sesenta francos los tres me- ses, incluída la pensión y la enseñanza. Las aso- ciaciones de caridad obtienen precios económicos