190 CIENCIA Y ACCIÓN
das á mano ó por motor cuyos engranajes, vo- lantes y piezas de transmisión no se hallen res- guardadas convenientemente, ó emplearlas sin ciertas precauciones en los establecimientos ca- lificados de insalubres ó peligrosos.
Está igualmente prohibido hacer transportar á las obreras menores de diez y ocho años que trabajen en la industria—tanto en el interior como en el exterior de los talleres, fábricas ó canteras— fardos ú objetos cuyo peso sea superior á los si- guientes: para las menores de diez y seis años, 9 kilogramos; para las de diez y seis á diez y ocho, 10 kilogramos; así como conducir ó llenar, tanto en el interior de los establecimientos como en la vía pública, cargas que excedan de los pe- sos arriba irdicados.
Por últino, los decretos de 13 de Marzo de 1893, de 10 de Marzo y de 6 de Mayo de 1900 regulan más especialmente la higiene de los ta-. lleres. Prohiben, entre otras cosas, que los obre- ros tomen la comida en los mismos locales donde trabajan; obligan á los patronos á poner á dispo- sición del personal de sus fábricas agua potable, así como los medios para atender á su limpieza corporal y á la ventilación conveniente de los lo- cales donde trabajan, durante las horas del des- canso y comida.
Todas estas medidas que acabamos de enume- rar tienden á proteger exclusivamente á las obre- ras. Pero ¿y esos cientos y cientos de mujeres y de muchachas empleadas en los comercios, ba- zares, almacenes, etc.? ¿Se las dejaría abandona- das? ¿No se haría nada por suprimir algunos de los abusos de que son víctimas?
Varias cristianas de corazón generoso y de alta inteligencia no lo han permitido, y han iniciado en la sociedad parisiense un movimiento de opi- nión que ha dado por resultado que se votara
