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incendios (tres de los cuales originaron acciden- tes tan graves como la muerte de dos hombres y un niño) iniciados en estos talleres.
»El procurador de la República en Uantua, pre- ocupado por la frecuencia con que se repiten estos siniestros, ha pedido la intervención de los inspec- tores del trabajo. Pero en la práctica la cosa ne deja de tener dificultades, tanto porque la investi- gación de tales talleres hace perder un tiempo con- siderable, como porque no siempre el inspector llega en el momento crítico en que la madre, ayudada por su hijo, realiza las operaciones peli- grosas.,,
Por estas citas, que podríamos haber multi- plicado se ve que la existencia de estos talleres familiares da riirgen á multitud de abusos, de los cuales es la mujer, en la clase obrera, la prime- ra en sufrir sus fatales consecuencias.
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Sabido es que para evitar que los niños co- miencen demasiado pronto á trabajar y venga el agotamiento de sus energías, es decir, para impe- dir el surmenage, la ley francesa ha fijado en los trece años el límite mínimo de edad para ser ad- mitidos en los talleres ó fábricas, límite que aun se puede reducir á los doce si el niño presenta un certificado de haber recibido la primera enseñanza y otro de un médico oficial por el que acredite poseer el suficiente desarrollo físico para que le sea concedida la rebaja de edad.
Seguramente que no hay nada de excesivo en esta precaución, que tiende á impedir que mu- Chas criaturas adquieran la anemia ócontraigan de- bilidades orgánicas, que al fin y al cabo se tradu- cen en una decadencia ó degeneración de la raza.
