212 CIENCIA Y ACCIÓN
En Francia, según el último censo, existían seis millones y medio de trabajadoras. Pues bien; de ellas sólo cincuenta y cinco mil formaban parte de sindicatos. (1) Y no es esto exclusivo de nues- tro país. Con escasas diferencias, por todas partes se ve la casi abstención del elemento femenino en el movimiento de las organizaciones profe- sionales.
¿A qué es debido este alejamiento?
Hay causas generales que lo explican perfecta- mente. En primer lugar, la mujer es de ordinario bastante desconfiada respecto á toda organización jerárquica: teme siempre que le toque ser gober- nada, y no quiere perder su independencia en una asociación que tiene cierto matiz político, y cu- yas ventaja; inmediatas no concibe. Además, es demasiado pobre para poder sacrificar mensual- mente cuarenta ó cincuenta céntimos con fines en realidad remotos, y en apariencia algo quimé- ricos: aunque se trata de una cantidad bastante modesta, cuesta trabajo distraerla del presupues- to de una obrera. Además, á muchas madres de familia la palabra sindicato le recuerda días difí- ciles y dolorosos; les trae á la memoria que su ma- rido, por imitar á sus compañeros de la fábrica ó del taller, se afilió á una de esas sociedades de resistencia, y él, como sus camaradas, fué tam-
(1) 6.358.658.—Sindicadas, 55.775. En Francia, entre 827.056 obreras industriales, no hay más que 27.044 sindica- das: en conjunto 492.647 sindicados de los dos sexos. Asi, las obreras, que constituyen próximamente el tercio del efec- tivo industrial total, no representan más que /a 19.* parte del efectivo obrero sindicado.
Los departamentos en que hay mayor número de obreras sindicadas, son los del Sena (11.969), Norte (5.732), Ródano (2.032), Boca del Ródano (2.570), Sena inferior (1.653) é In- dre (1.191). Unas veces las obreras forman parte de los sin- dicatos de los hombres y otras forman sindicatos indepen- dientes.
