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la Sociedad tanto en los contratos de servicios como en los de aprendizaje.,,
Por estos ejemplos se puede juzgar de la varie- dad de servicios que la mutualidad escolar está llamada á prestar á los alumnos y á sus padres. No tiene, pues, nada de extraño que las familias hayan tomado cariño á semejante institución, como no lo es tampoco que estas asociaciones sean en ciertos países un elemento de atracción en favor de la escuela oficial. En todo esto hay, á nuestro juicio, mucho que observar y que imitar por parte de los que se interesan por la en- señanza libre; por todos los medios, y muy espe- cialmente inscribiéndose como miembros honora- rios, debería 1 sostener las asociaciones mutuas establecidas en las escuelas católicas, y estimular su organización en aquellos establecimientos que aún no las tienen, solicitando al efecto el apoyo de la Unión mutualista de las mujeres francesas, fundada y presidida con tanto acierto por la con- desa Mme. Kersaint (1).
Quedan, como última de las instituciones post- escolares de que debemos tratar, las asociaciones de antiguos discípulos de las escuelas laicas; aso- ciaciones amigables, ó como se las llama familiar- mente en la prensa pedagógica, los amiguitos.
No trataremos más que de las femeninas. Están organizadas casi siempre por la profesora, que dos ó tres veces al mes reúne á sus antiguas dis- cípulas, por regla general el domingo. En estas reuniones se ocupan en la enseñanza ménager, y organizan también alguna que otra lectura, sin desatender tampoco la música. El programa va-
(1) Para la Unión mutualista, escribir al bulevar de La- tour-Maubourg, 1 (VII e) París. Se leerá con [provecho el fo- lleto de M. E. Dédé, sobre la Unión mutualiste des femmes de France (colección de !'Actión populaire).