Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo I (1909).djvu/276

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mismo, y cuando la nube sombría de sus recuerdos se disipó le dije:

—Continúa, hijo, la historia de tu vida me interesa.

Miguelito continuó:

—Yo no vivía con mis padres, ellos estaban sumamente pobres, y yo había gastado cuanto tenía por la libertad de mi viejo. Tuve que irme á vivir con la familia de Regina.

Los primeros tiempos anduve muy bien con mi ujer.

Mis suegros me querían y me ayudaban á trabajar, prestándome dinero, me cuidaban y me atendían.

Al principio todos los suegros son buenos. ¡Pero después !

Por eso los indios tienen razón en no tratarse con ellos.

—¿Conoce esa costumbre de aquí, mi Coronel ?

—No, Miguelito, ¿qué costumbre es esa?

—Cuando un indio se casa, y el suegro ó la suegra van á vivir con él, no se ven nunca, aunque estén juntos. Dicen que los suegros tienen gualicho.

Fíjese lo que entre en un toldo y verá cómo cuelgan unas mantas para no verse el yerno con la suegra.

—Vaya una costumbre, que no anda tan desencamirada exclamé para mis adentros, —y dirigiéndome á mi interlocutor—continúa—le dije.

Miguelito murmuró:

—Son muy diantres estos indios, mi Coronel—y prosiguió así:

—Al poco tiempo no más de estar casado con la Regina, ya comenzó mi familia (1) á andar como mi padre y mi madre.

Nuestros paisanos le llaman asi á la mujer, y viceversa.