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Camilo es como un árabe, habla poco; sabe que la palabra es plata y el silencio oro, contestó sólo:
—Está bien, señor.
Y yo me quedé seguro de que me había entendido y rumiando: algún mosquetero llegará á Londres y hablará con Buckingham.
Ya verás después qué caso extraordinario sucedió con mi pera. (Te prevengo que estoy hablando de la barba).
Y como sigue lloviendo y estoy mojado hasta la camisa, me despido hasta mañana.
UNA EXCURSIÓN 6.—TOMO I