LUIS GIL SALGUERO
Por otra parte, la familiaridad de su pensamien- to, se logra al través de una serie de ejercicios es- pirituales, que llevan naturalmente a aproximarnos a la imagen infinitamente simple que constituye el núcleo central de su pensamiento; al momento del nacimiento puro de los motivos filosóficos; a la génesis de las imágenes construidas. Esto con- fesado, claro es, como posibilidad ideal. Un pen- sador serio y profundo y sincero, carece de co- mienzos; todo en él se torna esfuerzo, inusitado esfuerzo para peasar claro; aunque la: zona de claridad, y, el pensador, de hecho, residan en el abismo. No creo, pues, posible, derivar una síntesis expositiva, apta para concretarlo.
Apenas si podremos ingresar en su pensamiento para sorprender, por ligeros atisbos, su estructura.
He aprendido, que ni el comentario puramente expositivo, ni la consideración puramente crítica, dan de su estructura una idea apreciable y distin- ta. También para hablar de la zona de claridad en que se mueve, se necesita no echar en olvido la presencia misteriosa, la constancia inequívoca del misterio. El ejercicio total de su pensamiento ha- brá que lograrlo como por un proceso de la ra- zón transfluída. Porque este hombre, como Só- crates, bajo las apariencias de una enseñanza fa- miliar, de una constante repetición de temas y de una prudente limitación de motivos, oculta una de las concepciones de la existencia, de cuya hon-
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