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Página:Viaje al Interior de Tierra del Fuego (1906).pdf/58

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humo ni luz, y allí se tienden los suyos envueltos en su capa.

Un par de canastas tejidas de juncos son su mueblaje, tres ó cuatro latas de conservas su menaje de cocina. Una infinidad de cosas inútiles, bolsitas con ocres para pintarse la cara, piedras, pedernales, ramas de plantas medicinales, condimentos, en fiu, de todo lo fueguino un poco.

Hay qué comer?—lo que se pueda. Todo es bueno; no sabe de dispepsias: como el camello de Mark Twain, es capaz de dijerir hasta virutas de plomo, pues come coruro y lo encuentra como comer pajarito» y se relame con gusto con la carne de macá, lo más incomible que probé en mi vida.

Los onas tienen por principal alimento el guanaco, que persiguen donde lo encuentran, y cazan á flecha, ú ocultándose en un pequeño pozo, que hacen junto á su senda, y que tapau cou ramas verdes.

Caza el coruro, otro de sus principales sustentos, valiéndose de una picana, ó sea un palito con una púa. Una vez encontrado el nido en las galerías de su cueva, lo picanean hasta que sale, y entonces lo agarran directamente con la mano.

Si este hombre, en lucha decidida con la Naturaleza, es realmente un hombre fuerte, sábio é inteligente, como es frecuente que los indios se reuuau en grupos de 4. 5 ó ó familias, es nombrado jefe ó cacique.

Pero en la naturaleza misma de las regiones que habita encuentra su mayor enemigo, el frío, que en Invierno llega á serle terriblemente insoportable. obligándolo, cuando ya no puede más. á meterse en el agua helada de los ríos, ó á revolcarse en la nieve, para provocar la reacción.

El guanaco, en ese entonces, sale apenas de los montes eu las horas de sol; acosado por el hambre, se ve el indio forzado á dar malones en las estancias, cortando los alambrados para llevarse todas las ovejas que pueda. Y cuando se vé perseguido, y que los animales se le van quedando, desgarreta á estos ó los mata, abandonando los últimos al huir.

Cuando la muerte llega, los deudos y los amigos hacen una fosa de I á 2 metros de profundidad, de forma alargada, y en la que depositan el cuerpo acostándolo boca arriba.

Primero, en el fondo, ponen una capa de pasto, y sobre esta lo colocan envuelto en su quillango. poniéndole el arco y la flecha, luego otra capa de pasto y encima ramas pequeñas. Una vez hecha esta operación lo tapan con tierra.

Si es el cacique quien ha muerto, además de lo anotado dejan en su fosa todo lo que le pertenecía, haciendo una colecta de flechas en la tribu para colocarlas con las de él.

Eligen para tumba un lugar en que el terreno sea duro.—de preferencia las alturas. No levantan túmulo. ni hacen señal alguna. Los suyos, y los de su tribu, son los únicos que saben dónde está sepultado, como si temieran que, aun después de muerto, viniese el hombre blanco á perseguirlo.

Y allí lo dejan para siempre, bajo los bosques de robles en que arrastró su vida. desgraciada al par que feliz, pues allí luchó por la más hermosa de sus quimeras.... su libertad.