En mi última visita a los toldos de Paillacan queria tratar con Quintunahuel hijo de ese cacique para cambalachar por un poncho overo. Me dijo que su mujer estaba ausente i que no queria tratar sin la presencia de ella.
En fin se puede recordar la discusion que he citado entre la mujer del indio que encontré en las orillas del Caleufú i a quien compré el caballo choiquero.
Las chinas tienen sus cosas propias, como se puede ver por el ejemplo de las ovejas de Pascuala, i no seria estraño que casi todas las ovejas del Caleufu, fuesen de la segunda mujer de Huincahual, cuando recuerdo el cuidado que tenia la china para hacerlas entrar todas las noches al corral.
Por esto se verá pues, que las indias estan en mejor condicion de lo que se ha dicho.
La india en su tierna edad, anda vestida en invierno con una pequeña huaralca; en verano con dos mantitas; mas grandes, a la edad de diez o doce años, llevan el vestido comun a todas las mujeres. Consta de una manta de lana gruesa o paño que se ata al hombro izquierdo con una aguja, dejando los brazos libres; las dos estremidades vienen a juntarse atras. El pecho queda cubierto; otra manta tapa las espaldas i atada delante por un alfiler mui grueso adornado jeneralmente de un gran círculo de plata. Otras veces es una bolita que tiene como siete a ocho centímetros de rádio. Los pendientes de las orejas son de plata así como el cabo del alfiler, i consisten en una planchita cuadrada hasta de diez centímetros algunas veces. Un alambre de plata semi-circular los sujeta a las orejas. Su coquetería es tener bonitas pulseras en los tobillos i muñecas, hileras de dedales de colores pendientes de la aguja. Peinan sus cabellos en forma de trenzas, pero no las he visto usar diademas de cuentas tan frecuentes como a las indias de Valdivia.
Las mujeres Tehuelches solo usan cueros de guanaco como vestido pero con los mismos adornos de las otras.
La ocupacion de las indias en la toldería, ademas de cuidar sus hijos, es tejer ponchos i frazadas de lana teñida con añil i tierras de color, que les vienen del Sur de la Patagónica, i tambien preparar los cueros de guanaco.
Para esta última ocupacion, principian por rapar la parte del cuero opuesta a los pelos, con una especie de cepillo de madera que tiene un pedernal en el medio; despues los ponen mui bien estirados en el suelo por medio de estacas, los mojan de tiempo en tiempo al pintar-