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estrecho de Magallanes, propuso al rei Felipe II la fundacion de una colonia en el Estrecho para cerrar este paso a las demas naciones i asegurar el dominio de España en la mar del Sud. Se fundaron efectivamente las colonias de Jesus i San Felipe, pero se perdieron luego, porque el incansable Sarmiento se vió cortado en sus esfuerzos de llevarles auxilios. Sus infelices moradores murieron todos de hambre con escepcion de Tomas Hernandez, quien dió la relacion de su triste suerte. Corria la tradicion, referida por Fr. Francisco Ramirez en su "Cronicon Sacro-Imperial" ya citado, que Fr. Antonio Quadramira, el infatigable capellan franciscano de la espedicion de Sarmiento i de las malogradas colonias del Estrecho (Frai Antonio de la relacion de Hernandez) [1] se habia dirijido con los últimos sobrevivientes al Norte de la Patsgonia i alcanzado a "enfrentar la Cordillera andina a la altura del pais de los Huiliches i Cuncos", es decir en las cercanias de Nahuelhuapi, sin que se haya sabido despues el resultado de sus penosos esfuerzos [2]. Sin embargo, como ninguno de estos desgraciados haya podido comunicarse con el resto del mundo, es seguro que han sucumbido. Solo la fábula los hace vivir i fundar un nuevo reino en esta rejion mas apartada del globo como campo mas apropiado para dar rienda a la imajinacion, uniéndolos a los Césares o sea los náufragos lejendarios de la espedicion del obispo de Plasencia perdiclos años ántes en 1541.

Como al tiempo de la espedicion de Flores habian pasado solo treinta i cinco años desde la ruina de las colonias del Estrecho, no era del todo imposible haber encontrado vivo a tal cual sobreviviente. A este objeto, en cierto modo práctico, se agregaba tambien la vaga idea de hallar a los Césares.

He aquí el estracto que da Medina de la relacion de Flores:

"Los cuarenta i seis hombres que componian la columna de descubrimiento se embarcaron en Calbuco en unas piraguas, i corriendo siempre hácia la cordillera por el rio que llaman de Peulla, desembocaron en la laguna de Nahuelhuapi, ataron entre si las embarcaciones, i de esta manera surcaron sus aguas por espacio de ocho leguas. Grandes fueron las penurias que esperimentaron siguiendo las quebradas faldas de los Andes, i no poca el hambre que sufrieron por espacio de dos meses, hasta que al fin toparon con un indio que les refirió que un navio habia invernado en una isla hácia el Estrecho. Dijímosle, añade Flores, que nos guiase, porque queriamos ir en busca suya, i espantado de nuestra determinacion se levantó en pié, que hasta aquel punto habia estado sentado en el suelo,

  1. Pedro Sarmiento de Gamboa. Viaje al Estrecho de Magallanes en 1579, Madrid 1768 p. 39 i. Apéndice p. XIV.
  2. Debo este dato al padre Frai Francisco Cárcamo quien le cita en sy Crónica (inédita) de las misiones de San Francisco del Convento de Castro, que ha tenido la amabilidad de franquearme para su consulta.