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Página:Viajes de Fray Francisco Menéndez a la cordillera.pdf/17

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Llama la atencion en esta hermosa leyenda que la medida tan injeniosa, de que echaron mano aquellos pueblos para zanjar de una manera equitativa su disputa, sea mas adaptable aun a nuestro caso por tratarse de dos naciones nacidas, por su oríjen e intereses comunes, para vivir en armonía. La circunstancia que para nosotros se trate no de una frontera situada en la misma costa, sino de una por ubicar en un desierto entre dos océanos completamente separados, sujiere tambien la conveniencia de establecer el límite segun el mismo principio: el dominio de una nacion debe alcanzar por regla jeneral hasta donde ejerza o haya ejercido su accion por medio de sus viajeros, sus autoridades, sus misioneros, sus comerciantes. Estos momentos constituyen los derechos históricos, en que cada estado funda su posesion. Habiendo desiertos por el medio, las distancias i las dificultades naturales del terreno limitan la esfera del dominio de cada estado en la misma proporcion. Por esta razon el espediente de enviar dos comisiones para encontrarse en el límite que habia que fijar, correspondia perfectamente a las exijencias del caso.

Este sistema de demarcacion es indudablemente mui racional i seria en principio mui adaptable al caso que nos ocupa. No proponemos sin embargo que se ponga en ejercicio, por la simple razon, que la salida de comisiones enviadas de ambos lados se ha efectuado ya hace mas de un siglo, i que bastará verificar los puntos del alcance mas distante de ellas para establecer el meridiano del límite de un modo mui aproximativo. Nos referimos a los viajes de los exploradores salidos, a fines del siglo pasado i bajo los auspicios del gobierno colonial, de las riberas de los dos océanos en direccion opuesta al interior de la Patagonia. Ellos llevaban, lo mismo que los emisarios de la antigüedad, la mision de alcanzar, si no al otro Océano, lo mas léjos que fuera posible. Es verdad que no encontraron en el camino [1], pero en cambio anduvieron sin preocupacion alguna, de modo que su marcha no estaba espuesta a las vicisitudes de una ambicion exajerada como en el caso de los Filenios,

  1. Con todo, la relacion de Menéndez nos revela, que no faltó mucho para que se hubieran juntado; véase pájina 7 en las notas que siguen.