Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/348

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 347 —

un tono firme le preguntó qué significaban aquellas exclamaciones del pueblo. Mas antes que Suriamnas lograse disipar su turbación para responder, un habitante distinguido de la ciudad, por cuyo medio se había dado la queja, se presentó seguido de una turba de ciudadanos y se echó a los pies de Sevaraminas pidiendo audiencia. Su Majestad le mandó levantarse y exponer su comisión sin recelo, lo cual ejecutó el sevarambo en estos términos, que jamás han podido borrarse de mi memoria: Ilustre y glorioso monares: nosotros, vuestros leales vasallos, hemos sufrido males largos y crueles por la inhumanidad, la avaricia y desenfreno del príncipe Suriamnas, que indignamente ha puesto sobre el cadalso a nuestros padres y parientes, confiscado nuestros bienes sin la menor forma de juicio, arrebatado nuestras esposas, violado nuestras hijas y cometido otros crímenes infames, que acaso no podríamos nombrar sin incurrir en ellos. Varios de vuestros leales súbditos le han hecho prudentes reconvenciones, sin otro fruto que tratamientos vergonzosos y bárbaros, en vez de la justa satisfacción que creían poder prometerse. A no haberse dignado Vuestra Majestad venir a esta ciudad, y que no contásemos con vuestra equidad, nos hubiéramos visto precisados a buscar en otros climas una patria menos odiosa que la nuestra.

Antes que acabara su discurso, el gobernador, sintiéndose indispuesto, había caído en tierra acongojado y como muerto. El rey mandó que sus criados le levantasen, y que se suspendiese el juicio hasta el día siguiente. Entretanto, por no hospedarse en un palacio que los delitos del gobernador habían manchado, fué a pasar la noche en una casa de campo real, situada a dos leguas de la ciudad, donde los habitantes le siguieron en tropel con mil aclamaciones y vivas.