Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/360

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 359 —

cerré en mi cuarto, abandonándome a mil cavilaciones. Tan presto imaginaba que mi padre no querrfa cooperar a un matrimonio tan contrario a la Naturaleza; tan presto creía que mi madrastra podría vencerle, y me sacrificaría a la pasión con que la miraba.

En seguida me acordaba de lo que había oído infinitas veces acerca de los casamientos forzados, y me representaba mil horrores más de los que me habian pintado. No hallaba otro consuelo que el no tener delante al que turbaba mi sosiego.

» Pasó algún tiempo en esta tregua, y un día que quise salir al campo por reflexionar más libremente sobre la desdicha de mi condición, no llevando conmigo sino algunas esclavas, como sabéis que es costumbre alll, estaba tan sumamente sumergida en mis tristes pensamientos que no vi un cocodrilo que salió del agua y que me hubiera devorado si los gritos de mis criadas no ine hubiesen avisado. Intenté huir, pero el miedo me quitó las fuerzas, caí acongojada, y cuando volví en mí me hallé en una barraca de pescadores, sobre una cama rodeada de las esclavas, entre las cuales estaba un hombre a quien no conocía. Pregunté lo primero cómo me había librado de la ferocidad de aquel animal voraz, y una de las negras me respondió que el joven que estaba a mi ladoera el que me había salvado: que habiéndome visto caer, salió de un matorral, donde buscaba una pieza que había matado, y me tomó en sus brazos, corriendo siempre en zigzag hasta el paraje donde me hallaba. No tengo que advertiros por qué afectaba esta figura, pues os juzgo instruído de que el cocodrilo no tiene juego en el espinazo, por cuya razón no puede volverse sino lentamente y con trabajo; de suerte que sería fácil librarse de él si el miedo permitiese la serenidad necesaria para huir en dicha forma.

Di gracias a mi libertador con todo el reconoci-