Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/80

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 79 —

Entonces me acordé del atractivo de nuestras damas inglesas, que sin duda las favoreció Naturaleza en esta parte, y conocí que nuestra inclinación puede consistir en la proporción de la talla y grados de vista; pues es constante que si las mirásemos por un microscopio, descubriríamos ciertas deformidades que no alcanza nuestra vista y las afean extremadamente.

Por la misma razón me decía una mujer en Lilliput que le parecía yo muy feo, que distinguía unos grandes agujeros en mi cutis; que mis barbas eran diez veces más gruesas que las cerdas del jabalí, y que la tez de mi cara era un conjunto de diferentes colores que la hacían totalmente desagradable, siendo así que soy rubio y paso por de un color bastante bueno. Pero dejemos estas digresiones.

Después de la comida, mi amo volvió a buscar a sus gañanes, y a lo que pude comprender por su voz y ademanes, dejó muy encargado a su mujer que me cuiduse. Estaba yo rendido de cansancio y tenía gana de dormir. La labradora lo conoció, y llevándome a su cama, me cubrió con un pañuelo blanco, que no era más pequeño que la gran vela de un navío de guerra.

Dormi dos horas soñando que estaba en mi casa con mi mujer y mis hijos, lo que aumentó mi aflicción, cuando desperté y me vi absolutamente solo en una espaciosa sala de doscientos o trescientos pies de extensión y más de doscientos de altura, acostado on una cana que tenía diez toesas do ancha. Mi ama había salido a los negocios de su casa y me había dejado encerrado bajo llave de la cama al suelo había cuatro foesas de distancia, apretábanme algunas necesidades naturales, y no me atrevia a llamar, bien que hubiera sido inútil con una voz como la mía, respecto adonde estaba la cocina, en que ordinariamente asistía la familia. Cuando hacía estas cuentas, treparon dos enormies ratas por las cortinas y principia-