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las leyes, quando aquellos que querrian infringirlas no se abstendrán de executarlo sino por el terror de los suplicios; es verdad que el pueblo se abstendrá de cometer grandes crimenes, pero esto será por un miedo servil, y tal, que un vil esclavo no osará hacer el mal; pero no lo aborrecerá, ni le causará vergüenza. No creas tampoco que persista en su deber; porque solo se contendrá por temor, y éste es siempre un preceptor malo.
LXVI.
Gobernad vuestros pueblos por la sola virtud, y haced que estos contemplen en vos su modelo; pero tened presente que las condiciones son diversas, y que las virtudes no pueden ser las mismas en todos. La vuestra es la prudencia y la humanidad. Gobernad á cada uno por los deberes que le son propios: así uniréis vuestros vasallos los unos con los otros: así los veréis no solo apartarse del crimen por un pudor ingenuo y por un temor filial, sino disputarse aun con alegría la gloria, que es el precio de la virtud.
LXVII.
Hoy se mira como un tierno hijo á aquel que alimenta á su padre. ¿Es esto todo lo que se exîge? No hay caballos ni perros que no encuentren alguno que los mantenga. Si los socorros que se prestan á los padres no son debidos al amor y al res-