siguiendo, de 1793 á 1795, los cursos de filosofía y teología.
Parece que hizo rápidos progresos en el primero de dichos ramos, pues según refiere su hermano don Manuel, siendo muy niño aún, hablaba con perfección y elegancia la lengua latina, y con tanta facilidad como si fuera su propio idioma.
El joven Moreno era sumamente aplicado al estudio, al cual consagraba mucho tiempo en el día, continuando sus tareas hasta una hora avanzada de la noche. En el Colegio de San Carlos se distinguió entre sus condiscípulos por la vivacidad de su carácter, y la agudeza y despejo de su ingenio. Sostuvo conclusiones de filosofía, y más tarde de teología, con tanto lucimiento, que no sólo se captó la buena voluntad de sus maestros, sino también el aprecio y el cariño de sujetos tan distinguidos como el franciscano fray Cayetano Rodríguez, varón ilustre por su saber, por su patriotismo y las prendas de un carácter noble y generoso. Él fué quien introdujo á Mariano Moreno en la biblioteca de su convento, y le puso en contacto con las personas de su amistad,