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dades probadas sin creer en los errores de la prestidigitación ; ha dilucidado una moral surgente del transformismo. Ya de Broglie, en Francia, había dicho : Ni l'aparition successive des types, ni leur enchainement ne sont en opposition avec l'enseignement de l' Eglise. Bien plus, le transformisme lui méme, sous la forme qui lui a donné Darwin a droit de cité dans les écoles catholiques. Monsabré, monseñor d'Hulst, Lapparent, Valroger, lo habían asegurado con energía ; y, sobre todo, el padre Leroy en L'Evolution des espeéces organiques. Quizá pensando en estos estudios el gran León XITI, escribió: «Toda ciencia, fruto de una razón sana, y que responde a la realidad de las cosas, no es de mediocre utilidad para esclarecer aún hasta las verdades reveladas». Y lo más viviente del razonamiento de Brunetiére, resulta la explicación del Pecado Original, que halla en la teoría de la descendencia, una suerte de base fisiológica. Y así, por otra parte, sino se rehuye esa concepción, un tanto grosera, la gran dificultad para los incrédulos, Darwin la ha levantado.
Pascal, que aplicaba a su fe el método de Descartes, hubiera meditado en ello con asom-
