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Página:Visión de paz (1915).pdf/262

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— 258 — mi hastío milenario me hace maldecir el uni- verso. Mi placer está en las tumbas. El valle de Josafat constituye mi reino. Mi cabeza duer- me sobre las losas, y espera del frío la paz del reposo. Lo profiero sin creerlo : he perdido una esperanza, que arrullaron los mares, los torren- tes y los árboles : la angustia se adhiere a mi corazón como hiedra de veneno. Imaginad las estatuas en que se posan los siglos con ala leve sintiéndolos tranformados en montaña : asi pe- sa el tiempo sobre mi espíritu y mi cuerpo.

»¡ Ah! no es extraño que en Roma intentase lo que intenté ; escuchad. Miraba los pórticos abiertos de los palacios. Los frescos armoniza- ban graciosas escenas : yo temía que mi voz, con ácidos corrosivos borrase el júbilo de los colores. En el tumulto incesante del Foro, cen- tro del mundo, devorábame el hastío más que en los montes de Judea : con la sensibilidad vi- viente de un hombre me sentía solitario como una palma.

»El pavimento interminable de mármoles y mosaicos, preparado para las grandes fiestas, estaba ya cubierto de polvo de azafrán, y mis pies despertaban ecos de tumba. En tanto, las columnas, sus cuádrigas y sus dioses ; las esta-