Página:Visión de paz (1915).pdf/278

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

— 24 — mildes del templo cuidan el calor para fundir el oro.

Se puso de pie, requirió el' bastón y flotó la patriarcal cabellera, como lino de antigua tien- da, sobre la inmmumerable familia de sus recuer- dos.

—Detente aún—prorrumpí.—Evoca el Este- ban, que viste lapidar. Demostró cómo tus pa- dres combatieron a Moisés, en nombre de Mo- loch, y hoy tú le veneras. Evocó a José, perse- guido por sus hermanos, y hoy tú le veneras. Contó las luchas de Josué y de Israel siendo su jefe, y hoy tú le veneras. Enumeró la triste suerte de todos los profetas que anunciaron el advenimiento del Cristo, y hoy tú le veneras. ¿Por qué si Israel mató a ese Justo, no te arre- pientes como otrora, y no veneras al supremo profeta? Platicando con la Samaritana al borde del pozo de Jacob El profirió esta misteriosa pa- labra : «La salud viene de los Judíos». Quién sabe si la suerte del mundo no cambia por esa reconciliación. Hazla. Besa tu báculo, deicida empedernido. Fragmento del árbol de la cruci- fixión, sostén de tus dolientes pasos, será, al fin, lo que quiso ser desde el principio, la cruz de tu sepulcro.»