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Página:Voces chilenas de los reinos animal y vegetal.djvu/137

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armadillo, o sea del quirquincho nuestro, y al definir éste, se olvida de dar su etimología, limita su área de habitación a Bolivia; y pues habla de que los indios bolivianos hacen charangos de sus carapazones, bien podría añadir también, que sus colas se aprovechan para yesqueros, acepción de esta última voz que asimismo falta.

Quisca, f. Quisco. m. (Cereus speciosus).

«A esta y otras especies de cactus, en forma de columna, por lo común ramificada, con las flores en tubo alargado, se llaman quiscos.» «El cerezo perulero llamado quisco en lengua del país... el cual echa unas espinas de ocho pulgadas de largo, ile que se sirven las mujeres en vez de agujas de hacer calcetas.» Molina. Léase en González de Nájera la admiración que le causó (y no era para menos) la primera vez que vió una de estas plantas y cómo la describe, diciendo que los indios la llamaban quiscaruro. Y así era en efecto, pero aplicando esta voz al fruto, según lo demuestra Lenz, n. 1249.

Vial Solar, obra citada, p. 34:

no era lo que la vista bien fingía
y que por bella realidad mintiera,
sino torcido quisco que elevaba
en el aire sus brazos de esqueleto...

Es curioso que Oviedo ignorara el nombre de esta planta, pues cuando habla de ella, la llama cirio.

A las espinas de esta planta se les llama quiscas: por ejemplo: «He visto monstruosos y aparragados melocactus al lado de colosales columnarios, cuyos vástagos, armados de aceradas quiscas, no tenían menos de pie y medio de diámetro.» Pérez Rosales, p. 158, última edición (1810).

«Del quichua quichca. (Mossi, Torres Rubio). Quisca y quisco deben admitirse como chilenismos...» Román.


R


Radal. m. (Lomatia oblicua).

Árbol de la familia de las Proteáceas, de hojas alternas grandes, ovaladas, aserradas, glabras, lustrosas por encima;