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Casi todos se inician con un rapto y terminan en infidelidad.

La excesiva mayoría de hombres, y las ausencias consiguientes á la vida errante, hacen flaquear la constancia femenil. Las decepciones hondas, cuando no se curan con una puñalada y una fuga, se mitigan con un pase á otra Comisaría bien distante.

Al regreso de cada comisión hay muchos nidos patiados y muchas almas heridas.

El desierto es entonces el bálsamo supremo. En la marcha de un piquete, no es raro ver ojos nublados mirando cumbres lejanas y oir cantar en rudas trovas hurañas melancolias.

Esa inconsistencia de los vínculos, y sobre todo el amor á la ropa, que no es más que nuestro vicio nacional de empleomania, hacen del milico un personaje aventurero y nómade, mas ágil para la tunantada pasional que para fundar hogar firme.

Apesar de eso son simpáticos. Su familiaridad con el peligro, su dolorcito espiritual oculto, sus sangres asoleadas, su musculatura silicosa, su pulmón henchido de aires