en su interior, una gran parte de energía que no se alinea y que tiene que ver, con la inmensidad de la energía del mundo de afuera y que el huevo luminoso no puede ensamblar. A esta parte de la energía, se le conoce como el mundo desconocido, por lo que los seres vivos tenemos en nuestro interior una mínima parte de nosotros mismos "conocida" y una inmensa parte "desconocida"; y de la misma forma, en la parte externa, tenemos una mínima parte conocida y una inconmensurable parte totalmente desconocida.
Para llegar a tener esa mínima oportunidad, los guerreros de la libertad total deben aprender a cambiar el lugar donde se ensambla la energía de adentro con la de afuera. Al lograr que el campo energético, llamado ser humano, ensamble en otro punto de su huevo luminoso, a la energía de afuera con la de adentro, por fuerza obtendrá otra percepción, que los hombres del valle llamarían, otra visión del mundo; otra, porque de hecho, estarían presenciando otra realidad de nuestro propio mundo, que siempre ignoramos o no percibimos, pero que está ahí.
Si el ser humano solo se piensa como materia, la visión del mismo y su mundo serán muy limitados y estrechos. Ahora, si el ser humano se percibe como un campo de energía, dentro de infinitos campos de energía; entonces las posibilidades se multiplican infinitamente. El misterio de la vida comienza, aceptando e interiorizando que el universo y nosotros mismos, estamos constituidos de energía. ¡Que sencillo! y al mismo tiempo, cuanta imposibilidad para aceptarlo. Por eso, los Viejos Abuelos toltecas nos dejaron dicho, que el "conocimiento o Toltecáyotl" no puede ser transformado en palabras. El conocimiento está en los actos, o mejor dicho, en la energía que lo engendra.
Cuando el Guerrero de la Muerte Florecida, a través de sus batallas floridas, logra mover el punto de ensamble de las energías de adentro, con las de afuera, percibe otra realidad. Descubre entonces que nos rodean un universo de fuerzas totalmente inexplicables y asombrosos fenómenos; que en parte nos seducen y nos fascinan, pero que al mismo tiempo, nos aterran y nos aniquilan. En consecuencia, Los