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Página:Daany Beédxe.djvu/212

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encontrados. Sentía una gran nostalgia de algo indeterminado; y al mismo tiempo, una profunda angustia por no saber nada de su pasado. Era presa de una extraña sensación, sentía como si estuviera a punto de recordarlo todo. Tenía sentimientos muy definidos, que casi le delataban toda la verdad de su vida, pero, todo quedaba tan solo a punto de la revelación, pues su mente seguía en blanco y su corazón a punto de estallar.

A la mañana siguiente, llegó a su habitación el anciano de su primer encuentro y le dijo que tendría que ir a la parte más alta de la pirámide, que ahí lo estaba esperando el Venerable Maestro.

En esta ocasión subió por la parte Este de la pirámide, las escaleras eran más anchas y ascendió de manera reptante. Todavía no salía el Señor de los Dardos de Fuego, pero la claridad era suficiente. Al llegar a lo más alto, encontró dos entradas, el guía le indicó que pasara a la del lado derecho. Al cursar el umbral vio a un anciano, sentado en una piedra que tenía la forma de un ser humano recostado sobre un bloque de piedra rectangular. Las plantas de sus pies descansaban sobre el piso, sus rodillas estaban en alto, sus caderas, abdomen y parte de su espalda se apoyaban en la superficie de la piedra y su pecho y cabeza estaban erguidos, únicamente apoyados sobre sus codos y sus manos se desvanecían en el abdomen.

Algo había en esa habitación, que hacía que el corazón de Águila Nocturna, palpitara con mayor velocidad. No sabía por qué, pero sentía una profunda emoción, algo de ahí o quizás todo, le transmitía un sentimiento de fuerza interior, de dominio de sí, de plenitud, pero al mismo tiempo, no era nítida la fuente del recuerdo.

Águila Nocturna se quedó viendo a los ojos del anciano. Su rostro transmitía una gran paz y armonía. Sin darse cuenta naufragó en la profundidad de la mirada del Venerable Maestro de aquel lugar. Sentía como su cuerpo casi recordaba y su mente seguía en blanco.

De pronto el anciano se dirigió al muchacho de esta manera:

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