Flor de Lluvia, su corazón sufría una inquietud que nunca antes había sentido.
Cuando se restableció, Águila Nocturna se sumó con los guerreros en la preparación de la ceremonia del equinoccio de primavera. En la gran pirámide de La Serpiente Emplumada, dos veces al año, se celebraba un ritual que tenía que ver con el descenso simbólico de la energía del sol a la tierra. Esta energía esta simbolizada por "La Serpiente Emplumada".
Dos veces al año, cuando el sol empezaba a iniciar su descenso, la luz solar se proyecta sobre la balaustrada principal, ocasionando la formación de siete triángulos isósceles, que sugieren el cuerpo de una serpiente de aproximadamente veinte cuerpos humanos de longitud, que está conectado a las cabezas de serpiente de la base de la pirámide. El efecto ondulante y descendente de la serpiente, quien baja del cielo a través de la pirámide, dura muy poco tiempo, pero es motivo de una gran celebración.
Ese día los cientos de guerreras y guerreros, que se capacitaban en el recinto de "La Serpiente Emplumada", para buscar La Libertad Total, bailaban con todas sus fuerzas, alrededor de la pirámide acompañados de un nutrido grupo de músicos.
Sus cuerpos vibraban al convocar con sus golpes a la Madre Tierra. Un portentoso fluir de energía, salía del interior de la tierra y como un remolino de fuego, una serpiente de energía se elevaba en la atmósfera y unía a los hombres con lo inconmensurable. En los equinoccios, es cuando los días son iguales a las noches, por ello, la energía está más equilibrada. El ser humano es el puente, el conducto entre nuestra Madre Querida y nuestro Padre el Sol. El ser humano es donde el cielo y la tierra se "besan".
Por esta razón, el ser humano encarna este símbolo dual; el Quetzal, el pájaro sagrado que busca las luminosas alturas de la conciencia superior, y la serpiente, que representa las fuerzas telúricas que aferran al ser humano en los campos de la materia obscura y la