Con el corazón sereno, Águila Nocturna llegó al cenote sagrado, no había nadie en la entrada y decidió entrar. Llegó hasta la cripta en la que se había quedado dormido e instintivamente se acostó, buscando protección y refugio.
Pasó el tiempo y cuando abrió los ojos, se dio cuenta que estaba rodeado por trece guerreros, que estaban ataviados con sus implementos de guerra. De sus rostros pintados, salían feroces miradas que lo inquietaron. No sentía miedo, pero su cuerpo estaba envuelto en un ambiente de censura.
Águila Nocturna fue tomado por los guerreros y llevado a una cámara en la que estaba una piedra en forma de cilindro, de medio cuerpo de altura y de un cuerpo de ancho. La pieza estaba bellamente esculpida con símbolos que hablaban de la energía luminosa, representada por el agua y la energía espiritual, representada por el viento. En el centro, un sol humanizado y señalamientos de los cuatro puntos cardinales.
Los guerreros lo acostaron boca arriba sobre la piedra y cuatro de ellos le tomaron fuertemente cada una de las extremidades. Águila Nocturna no sentía ningún temor y estaba muy atento. Entonces uno de los guerreros se dirigió a él de esta manera:
—Somos hijos del Quinto Sol, llamado “El Sol del Equilibro”. Este sol fue precedido por cuatro anteriores, en el que los seres humanos perdieron la oportunidad de trascender. En esta quinta oportunidad de humanizar la vida, el ser humano lo puede lograr mediante el sacrificio espiritual y el equilibrio de las fuerzas que mueven el universo y habitan en su corazón.
Los seres humanos encarnamos un universo dentro de otro universo. Los cuatro rumbos del universo están dentro de tu corazón. La cabeza representa el cielo o el espíritu, los pies la tierra o la materia, la parte derecha del cuerpo representa la razón o el mundo conocido y la parte izquierda lo intuición o el mundo desconocido.