concede respetuosamente, en esos momentos tan sublimes, la impecabilidad. De modo que cada flecha de los exploradores daba en el blanco. Los cazadores que habían llegado en desorden al ver la matanza se replegaron y a pesar de ser más de ochenta, no estarían dispuestos a dejarse matar de esa manera. Decidieron esperar a que entrara la noche, pues en la oscuridad las temibles flechas no tenían eficacia y la lucha se tendría que dar cuerpo a cuerpo.
Jaguar Despertado dio la orden a sus hombres de que prepararán las armas para luchar cuerpo a cuerpo. Empezaron a cantar una canción con tanta pasión y fuerza, que por un momento los cazadores se desconcertaron. Aquellos hombres se disponían a vender muy cara su muerte, pues dejaban sentir un desapego inusual, ante su inminente muerte. El efecto fue demoledor en los cazadores, algunos discretamente se retiraron y otros les faltaba el ánimo para iniciar el asalto final.
Los gritos nerviosos de los jefes de los cazadores, incitando a su gente a pelear, contrastaban con el canto seguro y firme de los que se disponían a encontrar la muerte con sobriedad. Finalmente después de muchas indecisiones, los cazadores atacaron.
Los hombres de Jaguar de Fuego se multiplicaban en rapidez y en fuerza. Una y otra vez los cazadores eran rechazados por los exploradores, la mortandad de los cazadores era alarmante. Pero poco a poco, los compañeros de Águila Nocturna fueron cayendo. Al final estaban luchando más de diez cazadores contra Jaguar Despertado; Águila Nocturna logró trepar por la inmensa ceiba, lo que evitó que fuera atacado por los cazadores, que en ese momento hacían pedazos con una saña inaudita el cuerpo de Jaguar Despertado.
Entre las ramas de la ceiba, Águila Nocturna estaba acorralado como un jaguar. Se posesionó del único acceso al árbol y cada que intentaba subir un cazador a matarlo, Águila Nocturna con una fuerza y una habilidad felina, de un tajo les cortaba la vida. Los cazadores caían unos y otros, el guerrero cobraba su vida muy cara.