pues se veían caminos y pequeños núcleos de casas en torno a los sembradíos. Grandes extensiones de canales, en donde viajaba el agua que surtía a todo el valle. Esta agua venía de las grandes montañas que estaban en la parte Oriente.
Al bajar unas lomas vio en la lejanía La Ciudad del Valle de Etla. Sobresalía una enorme pirámide, que estaba en una plaza muy amplia, que tenía escaleras hacia la parte Poniente.
Águila Nocturna caminaba con el corazón en las manos. Esa tierra le hablaba a su espíritu y su cuerpo reconocía. La mente del guerrero era la que estaba confundida, pues deseaba racionalizar los sentimientos.
Al entrar al núcleo central de la ciudad, Águila Nocturna se dirigió a La Casa de Todos, lugar en el que atendían las autoridades a los ciudadanos. Después de esperar su turno fue atendido por El Que Habla, quien se sintió muy conmovido por la historia de Águila Nocturna, pero le dijo que él no recordaba a una persona llamada Águila Nocturna y no conocía a su familia. Fue entonces enviado con uno de los administradores de las tierras, pues tal vez él tendría alguna información. El administrador tampoco lo conocía o recordaba, por lo que lo envió con el responsable del Trabajo de en Medio, ya que él conocía a todas las familias, que tenían la obligación de cooperar con el trabajo voluntario, para las obras y mejoras de la comunidad. Nadie lo conocía o recordaba.
Águila Nocturna había entrado en una confusión interior. Su cuerpo casi hablaba, pues reconocía plenamente aquel lugar, su mente estaba ofuscada y atrapada entre la incredulidad, la emoción y la frustración; y sus sentimientos en momentos estaban exaltados por la posibilidad de que alguna persona le diera información de él y su familia, y cuando le decían que no lo conocían, la tristeza y el dolor se apoderaban de su corazón.
Águila Nocturna fue conducido con los administradores de los cuatro barrios, nadie lo conocía. Habló con los sacerdotes de los