La conciencia de Águila Nocturna regresa con gran velocidad y pasa rápidamente por ese presente, para introducirse en el pasado. Los recuerdos como imágenes empiezan a pasar velozmente por la mente del guerrero.
Como en sentido inverso, recorre raudamente el camino de su vida. Imágenes en vértigo de rostros de personas que él trató; del El Valle de Etla, el mar, la selva, las ciudades y lugares que conoció, para finalmente llegar al piso del arco en donde calló, allá en Uxmal, "La Tierra de La Serpiente Emplumada".
Ahí se detienen los recuerdos y surge una inmensa pared de niebla. Águila Nocturna siente angustia y le tiembla todo el cuerpo. La pared de niebla empieza a crecer y con ella el dolor.
La niebla lo aprisiona y lo expulsa, no lo deja avanzar hacia el pasado. El guerrero reúne todas sus fuerzas y se deja ir contra la pared, en un impulso definitivo, en el que va por delante todo cuanto es.
Un rayo de luz, sale del plexo solar del guerrero. Un sentimiento de intento inflexible, una carga energética de un propósito nítido e inmaculado. La voluntad de traspasar esa pared de niebla, se apodera como una sola nota, que vibra en todo el cuerpo del Águila Nocturna, por fin, ¡El Espíritu del Guerrero se manifiesta en total plenitud!
Y sucede lo imposible. Una explosión de colores, hace que se derrumbe la pared de niebla. Águila Nocturna cruza por la niebla y convertido en un águila que sobrevuela a lo largo de toda su vida. Sin sentimientos, sin pensamientos, va recuperando su historia. Como un espectador lejano, va ensamblando cada parte de su vida, sin pasión, ni emoción en su recorrido.
Regresa a DAANY BEÉDXE y lo recorren recuerdos con su Maestro. Cada una de esas milenarias piedras lo saluda al verlo pasar en su vuelo silencioso.